Según un medio de comunicación, la lectura del café se pierde en la historia de la humanidad; turcos, libaneses, gitanos, armenios y árabes se disputan su procedencia y lo practican de generación en generación desde hace cientos de años. Su manejo se basa en la supuesta energía que una persona traspasa a la taza, donde bebe el café, al sostenerla y tocarla por un tiempo prolongado.

Esta práctica puede descifrar el pasado, el presente y predecir el futuro mediante figuras formadas por el polvo que queda en el interior de la taza; para ello se necesita una taza blanca. Las imágenes en el fondo representan el pasado, en las paredes el presente y en el borde el futuro. Las figuras pueden ser infinitas, tantas como la imaginación aporte.