miércoles, 27 noviembre, 2024
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Según periodistas, la cafeína es el psicoactivo más consumido en el todo el planeta. Solamente en Estados Unidos el 90% de los adultos la consumen a diario. Muchas personas comentan que les encanta el olor del café, pero no pueden beberlo, ya sea por intolerancia a la cafeína, o bien, lo consumen lejos de la hora de dormir porque les produce un insomnio. Para ello existe el café descafeinado.
Historicamente, en 1820, el científico alemán Ferdinand Runge aisló y descubrió la cafeína. En 1905 en Bremen, Alemania, el empresario Ludwig Roselius recibió una importación de granos de café verde que se habían mojado en el mar por accidente, pero cuando los tostó y probó descubrió que no solo mantenían su sabor, sino que habían perdido en paralelo su cafeína.
Todos los caminos para descafeinar inician humedeciendo los granos verdes, la cafeína es soluble así que luego se la extrae. El desafío de la industria ha sido encontrar un método que extraiga la mayor cantidad del psicoactivo sin afectar el sabor del grano, existen tres procesos muy utilizados, cabe mencionar que no existe ningún método que elimine totalmente la cafeína.
Por ósmosis, en este el extracto de café verde busca el equilibrio y atrae la cafeína de los granos sumergidos. Luego se realiza otro baño con carbón activado que “atrapa” la cafeína. Este es el método más efectivo y daña menos al grano, es el más costoso y no se puede recuperar la cafeína extraída (que se vende a la industria farmacéutica y de las bebidas).
Con dióxido de carbono, el CO2 se hace circular a presión a través de los granos verdes, la cafeína se adhiere y luego por evaporación se filtra.
Con solvente que usa el cloruro de metileno es el método más económico, pero más riesgoso para la salud (esta sustancia se encuentra en grandes proporciones en los disolventes de pintura), de hecho la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. limita la cantidad que se debe usar a 10 partes por millón.