El café es un producto sensible, su planta necesita un clima tropical, una temperatura y un nivel de lluvias adecuado, además de altitud, dependiendo de la especie. Estudios han señalado que la variación de las lluvias y temperaturas podría acabar con la mitad de los cultivos, acabarán afectando la productividad, la calidad y abrir la puerta a plagas y enfermedades. Así mismo, pone en riesgo el trabajo de millones de agricultores. En setenta países, aproximadamente unas 120 millones de personas dependen del café.
Organizaciones y revistas científicas advierten que para el 2050, del 70% de la producción mundial de café de la especie arábica, podría reducirse hasta en un 50%. Por ejemplo, Brasil y Vietnam siendo los mayores productores del mundo, serían los más perjudicados. Etiopía podría perder entre el 40 y el 60% de las tierras aptas para su cultivo a finales de este siglo debido al aumento de temperaturas. Centroamérica ya ha sido impactada, primero con la sequía y el año pasado el exceso de lluvias acabaron con buena parte de la cosecha. En Colombia, la Federación Nacional de Cafeteros prefieren hablar de variabilidad climática, Raúl Jaime Hernández (director de gestión ambiental) dice “Si miramos nuestros datos, los promedios de temperatura y de precipitación de los últimos 60 años aquí son los mismos, pero la frecuencia y la intensidad de los fenómenos de exceso de lluvia, la Niña, y falta de lluvia que llamamos Niño son mucho más severos y eso afecta a los cultivos por lo que el agricultor tiene que estar prevenido”.